HASTA LOS ÁRBOLES RECOGEN SU SOMBRA DE ESE LUGAR
Debajo de esta espera es posible aprender de memoria los secretos que el silencio no supo decir como ahora que se torna sencillo contemplar la espalda de la distancia – cada vez más pequeña – y comprender muchas cosas con los ojos ya cerca del mar.
Porque será urgente aún después de los días que se avecinan. Y es que nunca quedó atrás o enterrado en soles diseminados que una madrugada – en comunión – hicimos del olvido un trozo de arcilla que lanzamos a un mar de aguas perdidas.
Ahora ha llegado a un lugar muy lejano donde la duda y los recuerdos conversan sobre su edad.
En la médula de esta certidumbre bien sabe que es imposible mudarla en olvido porque su ausencia tiene la costumbre de forzar estos inviernos fabulosos.
Debajo de esta espera es posible aprender de memoria los secretos que el silencio no supo decir como ahora que se torna sencillo contemplar la espalda de la distancia – cada vez más pequeña – y comprender muchas cosas con los ojos ya cerca del mar.
Porque será urgente aún después de los días que se avecinan. Y es que nunca quedó atrás o enterrado en soles diseminados que una madrugada – en comunión – hicimos del olvido un trozo de arcilla que lanzamos a un mar de aguas perdidas.
Ahora ha llegado a un lugar muy lejano donde la duda y los recuerdos conversan sobre su edad.
En la médula de esta certidumbre bien sabe que es imposible mudarla en olvido porque su ausencia tiene la costumbre de forzar estos inviernos fabulosos.
DARWIN BEDOYA
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