12/13/2006


Presentación de: Conflicto Azul (poemario)
Autor: Raúl Solís

Presentan:
Miguel Det
Víctor Coral
José Pancorvo
YACANA ARTE Y ROCK-BAR
Jr. de la Unión 892 2º piso Plaza San Martín
Día: Jueves 21 de diciembreHora: 7:30 PM


Raúl Solís (Lima, 1976), poeta, lector voraz, miembro del Grupo Literario El Club de la serpiente, acaba de editar su primer libro: CONFLICTO AZUL (Zignos, 2006)

Posteamos aquí un soneto del libro último de José Pancorvo, Estados Unidos Celestes:

Y Solar me Inhabilitas para Siempre Jamás

Desde hueso ya dentro el mí en tu viera
Te rostro al mío y de tu voz me envío
Liso a la vez nos miro desde mío
Y dentro azul de ti en tu rostro fuera

Sol águila en que infancias dominguera
De gran caza espejismo desafío
Pero en órbitas hora escalofrío
De mora de tus ojos mirar muera

Desóseo al hedor desatarías
Te cuerpo y alma de me acalavero
Que Salgo a tu gloria lo severo

Fin de pelo follaje cercanías
Escalofríate ha tu ojo fiero
Y escalofríame mi faz vacías

(Poeta José Pancorvo , con copa de vino en la mano, detrás del también poeta Miguel Ildefonso)

12/11/2006


VENTANA DE LO PROFUNDO


El poeta Juan Polanco-Lopez nos envía este enigmático poema titulado MI DENTRO


Ondas sonoras golpeándo mi mente;
oscuros circuitos viciosos que están en la gente;
eras espaciales, cosmovisión incaica.

Gente por gente gran humanidad,
mujer y hombre mezcla de pasión,
mundos diferentes de igual constelación,
hoyo negro, enigmático paraíso.

Circuitos en mis ojos iluminan mi ser,
ventana de lo profundo, encontrando la nada
mirando al cielo, buscando lo perdido.

Vida tridimensional, juego de attary;
viaje astral, aventura a lo desconocido,
sonido limitado crepitando el subconsciente,
mundos alternos, sentidos encontrados.

Dulce orto, urente reunión;
cuarto de nadie, viendo tu ilusión,
futuro indeterminado, tiempo sin tiempo.

Imagenes espectrales de cantos gregorianos
mente desquiciada, mundo equivocado.
versos negros, poemas blancos.
Vate realista, mente en el orbe.

Pensamiento utópico, mundo oscuro.
Pensamiento utópico, lleno de enigma.
pensamiento utópico, filosofía de poeta.

12/05/2006


Una crónica homenaje hecha por un admirador del vagabundo trágico más risueño de la salsa: Hector Lavoe.



El Cantante estuvo aquí

Por Paco Moreno

Hacia 1986, con su tristeza a cuestas y de madrugada
, Héctor Lavoe llegó al Perú. Desafiando al frío, en mangas de camisa floreada, pantalón blanquísimo y oscuros anteojos inmensos vino a calentar las noches de agosto. Fueron seis sus presentaciones en el desaparecido "gran estelar de la Feria del Hogar", y a las seis, "El Rey de la Puntualidad", nunca llegó tarde sino, religiosamente, una hora antes. Así lo recuerda Luis Delgado Aparicio ('Saravá'), quien, además, tiene grabado en su memoria a Lavoe rezando antes de saltar al escenario, entonado con ron Bacardí.

Quien espera, desespera, mas la desesperación de su gente peruana se acabó aquel año y en invierno. Pero Héctor Lavoe ya no era el mismo. Había perdido la voz que brillaba al lado de la de Willie Colón, y en el escenario comprobó que como bailarín era 'El Cantante de los Cantantes'. Sin embargo, el público peruano le mostró un cariño inmenso.

El canto fue lo suyo. Sonero de siempre, Héctor Lavoe fue un facundo enamorador con su voz; un interprete sensacional. 'El cantante', escrita por Rubén Blades, por ejemplo, no es 'El Cantante' sino la canta 'El Cantante de los Cantantes'; ni 'Juanito Alimaña', de Tite Curet Alonso, será nunca el mismo Juanito, si la canta, por decir, Oscar de León. La voz de Lavoe hizo de las canciones himnos tropicales para la posteridad.

Hugo Ábele, quien arriesgó dinero para traerlo y quien le hizo conocer casi todos los barrios de Lima, cuenta que Lavoe tenía un buen sentido del humor, que parecía ironizar hasta de sus propias tragedias y que se quedaba pegado a la pantalla para reírse con 'El Chavo del Ocho'. Una noche entre amigos, agrega Ábele, Héctor Lavoe, quien ya se había enamorado del peruanísimo 'pollo a la brasa', quería comprar la isla San Lorenzo para hacer su casa ahí y que decía: "el mar del Perú es más sabroso que el mar del Caribe".

Fueron pocos los días que estuvo en el Perú y no hubo tiempo para la pedantería y la arrogancia que se le conocía. El 'Chico malo de la salsa' aprovechó su tiempo para disfrutar del mar y sus sonidos, para hacerse devoto de San Martín de Porres, para deleitarse con mariscos y con más pescado que salsa, pues la salsa lo disfrutaron los miles de fanáticos que llenaron sus conciertos. Todo un récord. Alegre, socarrón, fue en Lima, ciudad de la cual no quiso partir. Cuando estuvo por irse, con ojos de soledad y tristeza, Lavoe le confesó al padre de Hugo Ábele: "Lima es un rincón extraño entre espina envenenada, sueño u orgía".

Héctor Lavoe vivió al lado de la muerte; y la muerte, que ya es trágica, fue más trágica con él, y siempre lo tuvo en jaque. En 1987, días después de que el fuego consumiera su casa, su suegra fue asesinada a puñaladas en Puerto Rico; y al poco tiempo de eso, su hijo, de 17 años de edad, murió de un disparo que él mismo, por accidente, se propinó en el pecho. También se suman a esta lista la muerte de su hermano Luis como consecuencia de una sobredosis de drogas en las calles de Nueva York; igualmente la muerte de su padre, pero, quizá, lo que le dejó una herida perenne fue el deceso de su madre cuando Héctor apenas tenía cuatro años de edad.

Como destinado para la tragedia, Héctor Lavoe nació en Ponce (Puerto Rico) el 30 de septiembre de 1946. Luego, muy inquieto, a los 17 años de edad, huyó a Nueva York con un par de maracas de cuero hechas a mano y con la ilusión de hacerse cantante y famoso. Imitando a los maestros aprendió el arte de la música. Daniel Santos, Ismael Rivera, Cheo Feliciano fueron sus paradigmas. Así su talento fue madurando y su improvisación empezó a cautivar al público que pronto se enamoró de su música. Apoyado por Johnny Pacheco y junto a Willie Colón desde 1966 hasta 1973 (su mejor época) descubrió el éxito, alcanzó el prestigio y cantó para el futuro. La música de Héctor Lavoe saltó la barrera de lo que se llama salsa, pues los entendidos señalan que su música es una combinación de sonidos afrocubanos originales, con las puertorriqueñas: bomba, plena, risa, baquine y aguinaldos, también de bolero, cumbia, merengue y, cómo no, del jazz.

Nadie sabe qué le faltó a Héctor Lavoe para ser feliz. Se conoce, sin embargo, que, a veces, triste y vacío, buscaba horas felices en los caminos de la vida. Huérfano de amor y amante de la esquina, sólo encontró pedazos de felicidad. Fue un caminante por la vida que iba y venía, tratando de hallar lo que no encontraba: la felicidad completa. No obstante, era difícil verlo triste y deprimido. El salsero cubano Alfredo de la Fe, quien vivió seis meses con él en Cali (Colombia) lo recuerda como un hombre feliz entregado a la alegría que le daba su gente, para él, lo más grande de este mundo. Atormentado, sin embargo, Héctor Lavoe, ayudado por las drogas, siempre caminaba hacía un final nada alentador.

Con sus virtudes y defectos, sus luces y sombras, Lavoe se hizo querer y si no cantó hasta el final de la fiesta fue porque sus cuerdas vocales murieron antes que él. El 12 de septiembre de 1990, ya muy enfermo, se animó a cantar con "Las Estrellas Fania" en Nueva Jersey. No pudo llegar sin ayuda hasta la tarima y cuando intentó cantar 'Mi gente' en vez de cautivar aplausos originó lágrimas no sólo entre sus seguidores sino también entre sus mismos compañeros. Tenía la mitad del rostro paralizado y el pecho no le servía.

Tres años después, el 29 de junio, abatido por una extraña enfermedad, después de haber sobrevivido a las drogas y de una caída libre desde un noveno piso, Héctor Lavoe murió flaco, triste y abandonado en un hospital de Nueva York. Se apagaba así la voz que para Willie Colón, fue la combinación perfecta de los estilos de Carlos Gardel, Felipe Pirela y Cheo Feliciano.

La muerte, sin embargo, jamás le llegará. En su honor, en el Callao, sus fanáticos construyeron una inmortal efigie de bronce y la ubicaron en el 'Bulevar de la Salsa', en el barrio de Corongo. En este barrio también hay un mural con su rostro, bares, esquinas y equipos de fútbol que llevan su nombre y personas que aseguran que Héctor Lavoe vive en alguna esquina rumbera. Mas eso es una fe ciega de admiradores del máximo ídolo de la salsa que vence a la muerte como la luz a la noche.