12/14/2010

JUAN RÍOS





EL HOMBRE HABLA A LA MUERTE

Cuando la noche descubre su ígnea guillotina,
hay una palidez de sueños, un resentimiento,
una mirada del cielo al hombre, un sígno,
una sonrisa dulce como la del verdugo al condenado.

Y el hombre, entonces, entra en su corazón,
calcula lo inefable, bebe la pura lentitud,
la tímida embriaguez azul del horizonte,
y habla ensimismado: "Responde, bestia negra,
tigre escondido, huraño ceniciento,
desamparado fuego, cabellera del éxtasis,
¿Qué radiante jerarquías, qué inalcanzables razas
sueñan tu castillo fragoroso, tu montaña alucinada?

"Decidme, dormidas devastaciones,
dilatados retiro, enloquecidos mares,
¿Qué río inextinguible rompe las puertas de la muerte?