1/18/2007


SÓCRATES


Hijo de Fenereta, respetada comadrona de la ciudad, y de Sofronisco, anciano escultor al servicio del mármol. Fui instruído por mi madre en el difícil arte de partear. Asistir a los hombres en el nacimiento de las ideas. De mi padre aprendí a reconocer el material idóneo donde tallar los valores supremos de la verdad. Obedeciendo el designio de una antigua profecía, consagré mi vida al cuidado y mejoramiento de las almas. Alabé al sol del amanecer, ofrecí sacrificios a los dioses, acudí respetuosamente al oráculo de Delfos. Desperté conciencias.En compensación los hombres me condenaron a beber de su ignorancia. Trasíbulo y Nicias, compañeros en la expulsión de los treinta tiranos; Meleto, un poeta, y el orador Licón, me acusarón de corromper a la juventud, de desconocer a los dioses, de introducir en el firmamento la presencia de astros demoníacos. La virtud, tarde lo comprendo, no siempre constituye conocimiento. Acaso sólo el Amor pueda unificar el intelecto, con la voluntad de carácter, en una sola promesa: la verdad de los principios.


ANDRÉ PIÑEIRO

TEXTO TOMADO DEL LIBRO DIOTIMA DE MANTINEA Dedo crítico editores

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