4/10/2007


Omar y Teresina cocinan historias deliciosas

Hacen ocho libros para niños sobre alimentos americanos. “La papa” y “El cacao” ya están a la venta en Wong y Metro. “El ají”, “El maíz”, “El tomate”, “La chirimoya” y los otros aún están en la cocina.

Escribe: Paco Moreno Tineo
Foto: Ademir Espíritu

Lo mejor que les puede pasar a dos personas que no se conocen es que, al conocerse, empiecen a hacer libros para niños. Es el caso de la periodista Teresina Muñoz-Nájar y el humorista gráfico Omar Zevallos. Ellos se conocieron una tarde de noviembre del 2006 en un café de Miraflores y, desde entonces, preparan ocho libros para los más pequeños de la casa (dos libros ya se han publicado). Se trata de historias deliciosas, suculentas y exquisitas sobre alimentos americanos: la papa, el cacao, el maíz, la chirimoya, el tomate, la calabaza, el ají y la piña.
Si un libro no me divierte, lo cierro. A los libros de Omar y Teresina los mantengo abiertos. Son tan buenos que deberían aparecer en la lista de los útiles de los escolares.
Para hacer estos textos, siempre fresca, Teresina Muñoz-Nájar pone su prosa clara; y Omar Zevallos, sus divertidos dibujos. Teresina no escribe una palabra más, y Omar de no hace un dibujo menos. Así, en un trabajo sincronizado como en una cocina de letras e imágenes, se hacen estos libros hermosos. Los primeros: La papa y El cacao ya están a la venta en las tiendas Wong y Metro, y los otros pronto les seguirán los pasos.
—Han tirado treinta y cinco mil ejemplares de cada libro —nos dice Omar.
—¡Treinta y cinco mil!
—Pronto serán más —aclara a Teresina.
Vale la pena el tiraje y se espera que haya varias ediciones.
Leyendo estos libros, los niños no solo se enterarán de la historia de ocho alimentos sino que conocerán escenas y personajes de la historia del Perú y de América. Los niños aprenderán divirtiéndose. Tal es el propósito: que los niños se acerquen al placer de la lectura mediante una prosa cálida y dibujos llenos humor. No hagamos que los pequeños huyan de la lectura por culpa de libros tan secos que dan ganas de tirarlos al agua.
Estamos en Lima, el séptimo piso de un edificio de la avenida Larco, en el departamento de Teresina. Ella está impaciente porque Omar Zevallos aún no llega; pero al rato se aparece con su barba árabe y sus lentes redondos. Está contento por los libros tanto como Teresina. Se sienta a una mesa donde se exhiben las pruebas de las carátulas y empieza: “Aunque es un trabajo muy duro, me siento realmente feliz con este proyecto. Hacer ilustraciones para libros de niños es una satisfacción muy grande”.
La noche es casi un niño: las siete o las siete y treinta. Desde aquí, el centro de Miraflores es una ciudad apurada con luces de neón por todos lados. Se ve un poco triste, pero en este departamento todos se divierten, todos se ríen, y no solo porque Ademir Espíritu, el fotógrafo, apunta y dispara a cada rato.
Siempre simpáticos, Teresina y Omar se parecen demasiado. Son periodistas, les gusta el vino, el buen humor y son extranjeros –digo–: arequipeños. Da gusto hablar con ellos porque contagian su alegría por la vida. Si los dos ponen sus caras largas, es porque ha sucedido una desgracia descomunal. Ellos ayudan a ver la vida por el lado del humor. Sus libros se parecen a ellos. Hay que conocerlos.

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